06 diciembre 2009

Amor de lata. Amor florero. De esos que te mojan las ganas porque saben que nunca podrán empaparte el corazón. Y es entonces cuando te das cuenta de que estuviste escribiendo historias con las ascuas de un cenicero; cuando descubres que en cada esquina hay un destino, una vida capaz de exprimirte los pulmones a cambio de un suspiro. Son prostitutas de latidos.
Y me recuerdo que no salí esta mañana a la calle con la convicción de cambiar el mundo, no sin antes conseguir girar el mío; no sin antes convertirme en instantes por fin no efímeros. Tengo la excusa perfecta para no poner fecha de caducidad a este noviembre infinito.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Voy a tener la suerte de darte tu primer terrón de azúcar. Allá va!
Noto una gran narelicidad en tus líneas. será ¿felicidariz?

creamPuff. dijo...

mis líneas están dulcemente contagiadas de nasalidad.

VEN dijo...

Eclipsado por las gotas incansables de este noviembre infinito solo puedo decir que lo dicho siempre será la esperanza de lo que dirás, sigue diciendo y te diré mucho más que esas tres letras mágicas...